martes, 10 de julio de 2012

Rock in Rio 2012

Tras la suerte que tuve de poder ver a Bruce Springsteen en mayo, está claro que me puedo seguir considerando un afortunado al haber podido ir al Rock in Rio de Madrid este pasado sábado 7 de julio.

El festival, a pesar de que este año no ha tenido un cartel destacable (nadie se explica la presencia de "personajillos" como Pitbull en lo que, en teoría, es un festival de música rock), desde luego, me ha impresionado muchísimo. Todo increíblemente bien organizado para preparar la llegada de la gente desde Madrid hasta Arganda del Rey (muchísimos autobuses, no os imagináis cuántos jajajaja) y una gran cantidad de actividades para entretenerse allí, desde casetas con música, hasta la gran noria, pasando por la tirolina. Todo esto, por supuesto, aparte del protagonista del festival: la buena música.

A las 20.45, puntuales, empezaron los conciertos al fin. Se encargaron de abrir el festival los extravagantes Gogol Bordello con su punk gitano, encontrándose a un buen público, formado por unas 20.000 personas deseosas de que empezara la música.

Personalmente, no los había escuchado apenas, y sinceramente, me parecen un grupo del montón, pero debo admitir de que tienen un directo muy divertido y que lo dan todo sobre el escenario, que es algo a apreciar en un grupo. Liderados por el bigotudo Eugene Hütz, hicieron vibrar el Escenario Mundo, con una música realmente de definir, en la que podíamos encontrar desde guitarra española, hasta acordeón, pasando por violín. Tras una horita de concierto en la que tocaron algunos temas como "Immigraniada", "Break the spell" o "Transcontinental Hustle", los neoyorquinos despidieron con fuerza su actuación y dieron paso a una media hora de descanso en la que se preparó el equipo del siguiente grupo: los californianos Incubus.

El grupo de rock alternativo y progresivo dio un gran concierto, sorprendiéndome gratamente (comprobé con sorpresa cómo había mucha gente que había venido expresamente a verlos a ellos y que disfrutaron como locos con la actuación), en especial la potencia de la voz de su cantante, Brandon Boyd. Aunque me parecen un grupo un poco "repetitivo" para oírlo en casa, no me arrepiento en absoluto de haberlos visto en directo, ya que, como digo, tocaron con mucha fuerza y nos hicieron disfrutar de lo lindo, sobre todo en canciones muy conocidas como "Drive", "Anna Molly" (que arrancó muchos gritos de alegría cuando comenzaron a sonar los primeros acordes de la guitarra de Mike Einziger), "Are you in?" o "Pardon me".

Entonces, pasadas las 00.00 h, llegó por fin la actuación más esperada, la de los Red Hot Chili Peppers. Chad Smith y Flea entraron los primeros en el Escenario Mundo y, seguidos de Josh Klinghoffer, comenzaron el espectáculo como viene siendo típico en sus conciertos, con "Monarchy of roses". La entrada de Anthony Kiedis desató definitivamente la locura y comenzó la actuación propiamente dicha. Tras terminar el primer tema, comenzó Flea a hacer de las suyas con el bajo, para acabar con el inicio de "Around the world", que fue rápidamente seguido por "Snow", cuya interpretación desató una ola de caras de sorpresa entre el público asistente, que no esperaban ese tema en la actuación. Sin pausa alguna para respirar, los RHCP tocaron rápidamente "Can't stop", y dejaron paso a una introducción musical protagonizada por Flea y Josh (que recordó, con otro estilo, a la de Frusciante y el propio bajista en Slane Castle) y que desembocó en otro clásico como "Californication". Cogió entonces Flea el micrófono para presentar al percusionista que los Red Hot llevan a sus directos, Mauro Refosco, provocando la alegría del público. Vino después otro de los temas nuevos, "Look around" y, a continuación, una canción que me costó reconocer, "Hard to concentrate". Temazo.


Otra de las sorpresas del concierto llegó, y fue la interpretación de "Parallel Universe", seguida (tras una de las múltiples intervenciones de Flea por supuesto) por "The Adventures of Rain Dance Maggie" y "Right on time". Otra típica llegó: "Throw away your television", seguida de otra de las nuevas, "Factory of faith". Entonces, volvió a desatarse la locura en un público algo más tranquilo, con la interpretación de dos clásicos como "Under the bridge" y "By the way", coreados de principio a fin. Comenzó en este momento el 'show' de hacer esperar al público para volver segundos más tarde al escenario. Pero desde luego, merecieron la pena esos "momentos de sufrimiento" por ver a Chad Smith con la camiseta de la Selección Española y a Flea haciendo el pino, como si fuera un chavalito de 20 años. Llegaron "Higher ground" y "Ethiopia", y por fin la última canción de un conciertazo inolvidable: "Give it away", que acabó acompañada de unos fuegos artificiales que pusieron el broche a una gran actuación.

Personalmente, disfruté como nunca de los Red Hot Chili Peppers y de cada uno de sus miembros: Anthony Kiedis con su vozarrón y sus bailecitos, la calidad y la gracia sobre el escenario de Flea, la fuerza y contundencia de Chad Smith sobre la batería, y por supuesto, el estilazo de Josh Klinghoffer, que cambió muchas veces de guitarra, y al que se le veía, eso sí, muchas veces más pendientes del volumen y de los pedales de efecto, que de la propia actuación.

Acabó por fin la actuación con unas palabras de "paz, amor y música" de Flea (que durante el concierto había sacado una sonrisa al público, al hablar en español) y comenzó la retirada de gran parte de las 55.000 personas, entre la cual me encuentro, que no se quedaron a ver la actuación de un Deadmau5 que se encargó de cerrar el festival, con la presencia del público más resistente, que no pensaba marcharse hasta que finalizara por completo.

Desde luego ha sido un festival que jamás olvidaré.